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jueves, 26 de septiembre de 2013

Donación de óvulos, ¿la primera o la última de las opciones?


Donación de óvulos
En el año 1978 nació Louise Brown, primer niño producto de la Fecundación in Vitro (FIV). Desde entonces, más de 5 millones de niños han nacido por tratamientos de reproducción asistida, algunos utilizando óvulos y espermatozoides de los propios pacientes y otros con donación de gametos.
Este elevado número de nacimientos ha suscitado numerosos estudios que exploran diferentes aspectos del desarrollo de estos niños: cognitivo, neuromotor, de comportamiento, afectivos... Estudios mayoritariamente realizados en niños nacidos a través de ICSI (inyección intracitoplasmática) que consiste en la  inyección manual de un solo espermatozoide dentro del óvulo, a diferencia de la FIV donde se dejan varios espermatozoides cerca del óvulo a la espera de que entre espontáneamente “el más apto”. Ambos procedimientos se realizan en laboratorio, pero uno resulta más intrusivo que el otro, aunque es también más eficaz. 
Algunos autores sugieren que las enfermedades o complicaciones que puedan presentar los niños nacidos de FIV/ICSI  no son debidos necesariamente a la propia técnica, sino a los problemas reproductivos de sus padres, algunos relacionados directamente con la edad (Pinborg y cols. 2013, Alastair y Ludwig, 2007).
Cuando una mujer mayor de 40 años elige tener un hijo genéticamente vinculado, también debe ser consciente de los riesgos genéticos que esto podría acarrear en el niño.

La incidencia de malformaciones y cromosomopatías fetales aumentan con la edad materna. Por ejemplo, la incidencia del síndrome de Down en madres de 20 años es del 0.08%, sin embargo, en una mujer de 39 años es del 1%, a los 40 años es del 1.2% y a los 45 años aumenta hasta el 4.5%.

En la actualidad, se hace un screening obstétrico para detectar estas anomalías. En caso de que no se quiera continuar con el embarazo si se presenta por ejemplo, un feto malformado, la alternativa es el aborto. Después de un aborto, muchas mujeres no pueden siquiera pensar en repetir esa experiencia tan dolorosa. Es importante saber que la realización de un diagnóstico genético preimplantacional (DGP) o la donación de ovocitos, disminuyen el riesgo de malformaciones en el feto.

Si la edad de la mujer que se va a realizar un tratamiento de reproducción asistida es superior a 40 años, se pueden disminuir los riesgos de malformaciones y cromosomopatías fetales utilizando óvulos de donante, lo que implica no estar genéticamente vinculada a tu hijo, pero tiene la ventaja de que el niño tiene menos riesgos de padecer algunas complicaciones propias de la edad avanzada del óvulo.

Sin embargo,  la utilización de óvulos de donante suele verse como la última de las opciones. La mujer habitualmente prefiere que su hijo esté genéticamente vinculado a ella y así poder ver realizado su sueño plenamente: tener un hijo y además que se parezca físicamente a ella.

Cuando no se logra un embarazo espontáneamente, tener que recurrir a un Centro de reproducción asistida para tener un hijo es indudablemente una fuente de estrés. A su vez, la sociedad en la que vivimos, tampoco ayuda a que estas madres opten más fácilmente por la utilización de óvulos de donante. Una persona acepta rápidamente una donación de sangre o de médula para salvar su vida, pero cuando la donación trae consigo carga genética transmisible, es otra cosa.

Por otra parte, la utilización de óvulos de donante tampoco es la panacea. Son muchos factores los que se deben evaluar, por ejemplo, el niño no tendrá la posibilidad de parecerse físicamente a su madre, no tendrá la posibilidad de conocer la identidad de la donante, su madre deberá hacer un duelo por la desvinculación genética con su hijo y aceptar que su hijo no heredará muchas cosas que podrían transmitirse genéticamente.

Sumado a todo esto, está el factor económico, no menos importante. El hecho de tener que recurrir a un tratamiento de reproducción asistida para tener un hijo, muy frecuentemente está relacionado con una inversión económica. En ocasiones, esta inversión solo puede realizarse una vez, es decir, económicamente muchas personas solo pueden permitirse uno o dos ciclos. Por tanto, la decisión de una mujer mayor de 40 años también debe valorar el factor económico relacionado con el tratamiento.

La clave para la decisión es la reflexión, acompañada de un profesional que pueda guiar a la paciente hacia qué resultaría mejor en su caso en particular y qué duelos debería realizar para llegar a una toma de decisión segura y meditada. La pregunta sería ¿me arriesgo a tener un hijo genéticamente vinculado a una edad avanzada  o elijo recurrir a donación de óvulos y renunciar al vínculo genético?
No es una pregunta sencilla ni rápida de responder. Ha de ser valorada en un análisis de costes-beneficios tanto emocionales y físicos, como económicos, que derivan de la complejidad de tener un hijo con un tratamiento de reproducción asistida a una edad materna avanzada.

Dra. Giuliana Baccino Responsable de la Unidad de Psicología y del Departamento de Investigación en Psicología de FivMadrid.


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